La sesión de comunión de Eva fue un oasis de tranquilidad en nuestro estudio. Desde el momento en que entró, su dulzura y serenidad impregnaron el ambiente, creando una atmósfera mágica y especial. Sus preciosos ojos, que transmitían una calma profunda, capturaron nuestra atención desde el primer instante. Cada gesto, cada mirada, reflejaba la paz interior que la caracteriza. Fue un placer trabajar con ella y capturar la esencia de su personalidad en cada fotografía. Además, la presencia de su hermano pequeño añadió un toque entrañable a la sesión, creando recuerdos preciosos de la complicidad que existe entre ellos.
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