Si has llegado hasta aquí es porque le das gran importancia a tus recuerdos, tal y como yo se los doy.  La muerte de mi madre a una edad muy temprana (en el 2003), y los problemas que tuvimos para conseguir fotografías de ella sola, me hicieron prometerme que el día que fuese madre, a mis hijos no les faltaría ninguno de nuestros momentos guardados en fotos. Y así fue, con el embarazo de mi primer hijo, mi marido me regaló mi primera cámara réflex digital. Ese fue el inicio de toda esta aventura. 

   En el 2015 abrí mi primer estudio de fotografía (30 metros cuadrados), había llegado el momento de guardar recuerdos para los demás y no sólo para mi y los míos. En el 2018 me cambié a mi actual estudio (150 metros cuadrados) donde ademas de fotografiar, creo escenarios, atrezzos, reciclo, pinto, coso... uniendo así muchas de mis aficiones. 

   Me emociona mucho pensar que mi fotografía consigue inmortalizar recuerdos, soltar sonrisas y que  alegrará el corazón, a todos los que hoy confían en mi,  cada vez que se regresen a ellas. Por ello, cada vez que disparo lo hago con el pensamiento puesto en el futuro, en lo que realmente les gustará revivir: una mirada, un gesto, unos piececitos minúsculos, unos hijos que no abultan más que las piernas de mamá, unos abuelos que se emocionan por haber llegado a formar parte de los recuerdos de sus nietos...  no me negarás que tengo el trabajo más bonito del mundo y algo de superpoderes también.

   Espero que disfrutes echando un vistazo. Gracias por dedicarme un ratito.